Dicen que la frontera entre Hong Kong y China es la más concurrida de planeta. Al sur, la antigua colonia británica, hub financiero y de negocios de Asia . Al norte, Shenzhen, la otrora villa de pescadores convertida de la nada en la cuarta ciudad de China. Hoy, Miles de personas cruzan la frontera a diario, muchos de ellos para ir a trabajar.

Shenzhen fue declarada Zona Económica Especial a finales de los 70, los años de la reforma de Deng Xiaoping. 30 años más tarde, la ciudad se ha convertido en el Sillicon Valley chino o al menos eso dicen sus habitantes que se muestran orgullosos de que allí se fabrique el 70% de la producción mundial de teclados de ordenador. Curiosamente, el gobernante reformista sigue sin aparecer en los billetes de yuan dónde sólo hay sitio para Mao.

Shenzhen podría definirse como la suma de varios parques temáticos. La jungla de rascacielos del centro explicaría como son las ciudades modernas chinas; Mission Hills, explicaría el concepto del ocio y el llamado «lujo asiático»; Minsk World, parque temático militar, explicaría la amistad sino-soviética mientras que Windows of the World es para poner el mundo a tus pies.

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