Shangri-La es una palabra que usó por primera vez James Hilton en su novela de 1933 «Horizontes Perdidos». Shangri-La describe un lugar imaginario de cumbres nevadas, bosques frondosos y lagos idílicos. Un sitio mágico y encantador cuya mera pronunciación evoca a paraísos perdidos y a tiempos mejores.

A diferencia de lo que ocurre normalmente, el lugar novelesco se convirtió en real y con olor a incienso.También en sinónimo de utopía y paradógicamente en cadena hotelera y en tren expreso de lujo, justo lo contrario de lo que predican los monjes budistas del Monasterio Songzanlin en el hoy Shangri- La, antiguo Zhongdian, situado en la provincia de Yunnan, a medio camino entre el Tibet y el interior de Burma.

Hay paraísos que nunca deben salir de la imaginación de los que los esciben. Sin embargo, hoy en día, Shangri-La existe y la leyenda, accesible en tren. La paz interior, el recogimiento y el encontrarse a uno mismo sólo accesibles para los que saben buscarlos.

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